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Guillermo Robles

Abandonadas, tristes y desoladas

OPINIÓN

Por Guillermo Robles Ramírez

Abandonadas, tristes y desoladas

Como sombras que aparecen cuando los rayos del sol se mete para darle el paso a los misterios de la noche, es así de la misma manera que poco a  poco las sombras de las propiedades vacías y abandonadas se apoderan de las ciudades en nuestro país.

Paradoja de la vida, mientras unos buscan incansablemente un techo en donde dormir o una morada para proteger a su familia en contra de la intemperie o un lugar en donde comer y dormir, muchas de éstas casas han sido abandonadas en cada rincón del país sin quedar exenta alguna comunidad, municipio o ejido.

Mientras que la falta de vivienda por la creciente población, por una parte y, por la otra, la carencia de adquirir una por no contar prestaciones de leyes laborales sin importar los motivos, estas casas abandonas en todas las ciudades del país, no respetan zona alguna.

Las hay desde aquellas que alguna vez lucieron como de las más alta sociedad frente a las alamedas o plazas principales como de los primeros fundadores de la localidad, como también aquellas encontradas en zonas conocido como Centros Históricos.

Sus motivos de abandono no se sabe más que los únicos testimonios son aquellas paredes que muy apenas se sostienen y otras que se están desmoronando con el pasar de los años y fieles testigos de las historias dentro de cada casa abandonada en donde muchas de ellas pudieron haber sido por motivo de la búsqueda de mejores empleos o calidad de vida sin poder regresar nuevamente a su lugar de origen, otras posiblemente acabó el linaje a quien se le pudiera heredar aquella casa que alguna vez fue lleno de momentos alegres, suceso importantes, celebraciones de cumpleaños, navidades, etc., y que ahora solo se sostienen de esos recuerdos hasta que el tiempo borre todo aquello cuando se derrumbe por la falta de mantenimiento y los ataques de la intemperie.

Mientras eso sucede, las ciudades continúan con su crecimiento y la demanda de las vivienda se incrementa y la falta de espacios territoriales se asfixian en la ciudad, mientras desde el centro sólo en penumbras, cientos de casas ven pasar el tiempo añorando volver a ser habitables, mientras que otras al no soportar el abandono han sucumbido ante las condiciones climáticas y precipitaciones pluviales.

Para aquellas que todavía existen propietarios se convierten en fantasmas a la falta de que ni el Catastro, ni el Registro Público de la Propiedad pueden precisar el número de casas abandonadas y aquellas encontradas en la zona considerada Centro Histórico simplemente nada más le dan una pasadita por afuera con mucho cuidado con pintura, pero como si se tratase de una pieza arqueológica que con el mínimo esfuerzo se pueda colapsar como mazapán.

Otras hasta ni techo tienen siendo la pura fachada lo que se sostiene como si se tratase aquellos antiguos escenarios hollywoodenses de madera donde solo la fachada para simular una ciudad como en aquellas películas de viejo Oeste.

Es más que obvio que esos dueños prefieren mantenerse en calidad de fantasmas para no pagar impuestos dejando la responsabilidad a las autoridades locales para en caso de que se desplome no ejecutar acciones penales o fincar responsabilidades en donde cada quien le apuesta al tiempo para hacer crecer el costo del patrimonio por su ubicación en espera de que llegue alguna cadena internacional para comprar más que la vivienda el terreno por su valor de ubicación.

Pero también existen aquellas propiedades cuyo dueños ya ni existen pero  solamente lo que una vez fue todo un resplandor como vivienda sabría contestar si tan solo pudiera hablar como un ser humano y pudiera expresar su indignación de ver como la creciente ciudad se extiende por sus alrededores mientras el  centro de nuestras ciudades van agonizando por su abandono y deterioro con una tristeza visual. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org