La corrupción que prevalece entre un buen número de los policías preventivos municipales de Saltillo, Coahuila, que se encargan supuestamente de preservar el orden y seguridad del primer cuadro de la ciudad o centro comercial o histórico, no es una novedad ni tampoco privativa o exclusiva de los guardianes de primera instancia de esta ciudad capital.
Mi Columna
Arrecia la Corrupción
Por Carlos Robles Nava
La corrupción que prevalece entre un buen número de los policías preventivos municipales de Saltillo, Coahuila, que se encargan supuestamente de preservar el orden y seguridad del primer cuadro de la ciudad o centro comercial o histórico, no es una novedad ni tampoco privativa o exclusiva de los guardianes de primera instancia de esta ciudad capital.
La denuncia que personalmente hicieron los lavacoches saltillenses que a diario estaban siendo obligados a pagar “derecho de piso” o “cuota de protección” por elementos de seguridad pública, sucede en otras áreas municipales como es en el caso de los comerciantes dizque ambulantes que nada de eso tienen, pues es común ver que hay armatostes dedicados a la venta de infinidad de productos, particularmente alimentos chatarra que ya están de “planta”, lo mismo en el primer cuadro de las comunidades coahuilenses como en otros muchos sectores.
Esta problemática, insistimos, prevalece en todos y cada una de las cabeceras municipales de la entidad, desde la más pequeña en población, hasta donde se concentran la mayor cantidad.
Estas corruptelas de servidores públicos, tampoco y de ninguna manera son cometidas por los uniformados, pues las cometen también y es bien sabido, los inspectores de piso de las pulgas, de los mercados sobre ruedas, de inspectores del transporte, de supervisores de obras públicas, etc.
¿ Es parte de la idiosincrasia mexicana?. En verdad es difícil hacer una afirmación, pero lo que puede aseverarse sin tapujos ni a medias tasas, que es una muy peculiar costumbre y tradición de cómo se hacen muchas cosas en nuestro lindo y bello México.
Los inspectores de piso, por mencionar un ejemplo, en la mayoría de los casos no entregan recibos foliados y con membrete del respectivo ayuntamiento según sea la ciudad que se trate, sobre el pago del derecho de piso.
Es común, al menos ya se hizo así, que tras el pago del correspondiente soborno, embute, chayote, chantaje, etc., a lo más que se llega a entregar y en casos muy excepcionales, es un papel en blanco y sin firma de quien recibe el dinero, anotándose meramente la cantidad.
¿Quién vigila a esos dizque inspectores. Ellos mismos o todo está en la complicidad con sus mandos inmediatos?.
Jamás habrá en México y en este caso directamente en Coahuila, que un subalterno cobre impunidad o reciba dinero mal habido, por cosas mal hechas, sin consentimiento de su jefe inmediato.
Este es un razonamiento simple y llano, por lo que salen sobrando las declaraciones de las autoridades locales respecto a que se investiga cuando que son irregulares situaciones que llevan años cometiéndose y jamás intervienen.
Los ayuntamientos coahuilenses, en general se quejan y lamentan de los cada vez más limitados recursos que reciben del Estado y Federación, mientras que permiten que ingresos de muchos conceptos como los mencionados en este comentario, los dejan escapar y, lo más grave, no se conoce autoridad municipal alguna que haga el menor esfuerzo de actuar para que esos ingresos producto de corruptelas, entren a las arcas públicas con justificación y comprobación.
Insistimos, nada nuevo es en la denuncia de los “franeleros” y lava coches de Saltillo, la única novedad es que estos trabajadores en la vía pública, se cansaron no del chantaje, porque de otra manera no podrán trabajar en las vías públicas, sino de las cada vez más altas cuotas fijadas por la policía y la otra novedad es que se hayan “atrevido” hacer pública su denuncia, lo que en si habla de lo harto y cansados que estaban las víctimas.
El problema no se resolverá, lo que se callará por ahora y sino tiempo al tiempo, es el clamor de los “clientes” de estos malos empleados del sector público municipal que por lo pronto y lo más inmediato es cortarse, insistimos, por un tiempo, sus uñas y no seguir esquilmando a los trabajadores de las vías públicas y de servicios públicos que se prestan, pero que a las y los Tesoreros Municipales actuales no les interesa porque ya se acostumbraron a sin mayor preocupación a recibir el dinero del Estado y Federación.
Estas víctimas de las sinverguenzadas de empleados públicos, no serán las primeras ni últimas.(www.intersip.org)