Son los servidores públicos, con cargo de elección popular o administrativo gubernamental, quienes deben y están obligados a respetar y cumplir celosamente con nuestras leyes.
Mi columna
Debemos imitarlos
Por Carlos Robles Nava
Son los servidores públicos, con cargo de elección popular o administrativo gubernamental, quienes deben y están obligados a respetar y cumplir celosamente con nuestras leyes.
El que a los diputados locales y federales, así como a los Senadores, les otorguen patente de corzo al concederles fuero, nos convierten en ciudadanos de primera y relegando a un segundo y hasta tercer lugar o más abajo, al resto de los mexicanos.
Es decir, por ser legislador en cualquiera de sus órdenes, según se dice, están exentos de las leyes en general, lo que viene a convertirlos, dizque en seres intocables hagan lo que hagan.
Durante años y años, lo del fuero a diputados y senadores ha estado en el tapete de la discusión, ya que debe entenderse fuero por lo que el legislador diga en la tribuna y no por delitos del fuero común o federal que cometa y que nada tiene que ver, ni siquiera una pizca con su discurso en una tribuna del Congreso a que pertenezca.
De siempre entendí ese fuero por lo que dirían en la tribuna, empero, al menos es lo que se manejaba en el pasado y al parecer, aclarando que mi información puede estar equivocada, esa protección calificada como fuero legislativo, se pugnó en viejos tiempos aciagos en que la corrupción, excesos y denuncias de gobernantes corruptos, saqueadores de dineros públicos y todo lo mal hecho de servidores públicos se canalizaba a través de las sesiones de los diputados locales y federales, así como senadores de aquellos tiempos ya idos.
En la actualidad, es verdad que se siguen haciendo denuncias de corruptelas de gobernantes de los distintos niveles, en el seno de los Congresos, esos reclamos quedan precisamente en eso, en simples y sencillos reclamos, pero sin encontrar eco más allá que el señalamiento.
En el Estado de Durango, una nueva legislatura más en su Congreso local y su nacimiento vino consigo con el hecho de que a los diputados de la tierra de los alacranes, se les retiro el tan mentado fuero.
Esto, debido a que el 30 de agosto, es decir, un día antes de que se diera el nacimiento normal de estos nuevos diputados, entró en vigor la reforma constitucional de Durango, en la que se establece que los legisladores son inviolables en las opiniones que manifiesten al desempeñar sus funciones y jamás podrán ser reconvenidos, es decir, reprochados, reprobados, reprendidos o recriminados.
Sin embargo, añade la reforma al artículo 72 de la Constitución de Durango, se podrá proceder penalmente contra un miembro de la Legislatura en el caso de delitos considerados como graves por las leyes.
En consecuencia, los treinta diputados locales duranguenses de los ocho partidos políticos que integran esta nueva legislatura, ya fueron informados de que no habrá fuero por delitos del fuero común o federal que se califiquen como graves.
Es decir, pueden hablar, señalar, cuestionar y exigir todo lo que quieran y deseen, pero en caso de cometer una o más violaciones a nuestros códigos penal o civil, ahí se procederá conforme a la gravedad del delito.
En legislaturas coahuilenses no muy del pasado, hubo expresiones públicas de ese fuero que dicen tener los legisladores coahuilenses y que más de un diputado lo ha hecho valer cuando alguien se atreve a señalarlo como incumplido.
No pocos periodistas que acudimos a las sesiones del Congreso Coahuilense, en cierto momento fuimos testigos cuando un prestador de servicios se presentó en el recinto oficial legislativo y apostado frente a la tribuna durante una sesión de los diputados de esa época, con manta en mano y con letras grandes pintadas sobre la tela, exigia el cobro de un compromiso de campaña.
El diputado droguero, muy “ofendido” se encaró a quien osó cobrarle en público y lo peor frente al resto de sus compañeros diputados y le advirtió: Tú no me puedes cobrar porque soy diputado y tengo fuero, así es que hazle como quieras y no me estés chingando”.
Así de fácil y sencillo, ese diputado de triste memoria, se deshizo de un incumplimiento que bien podría haber sido tema de una denuncia de abuso de confianza o fraude, al no pagar una deuda contraída.
Muy sano, pero sobretodo positivo, sería que el resto de los Congresos hicieran cambios en sus Constituciones Estatales para que los diputados fuesen gente normal como todo México, sin limitar sus señalamientos y cuestionamientos cuando se encuentren frente y hablando en la tribuna.(www.intersip.org)