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Carlos Robles

Son Dolor de Cabeza

 En anteriores semanas, en la pequeña cárcel, ergástula y dizque Centro de Reclusión Social de Sabinas, Coahuila, salió a la luz pública la podredumbre y cloaca existente en ese dizque CERESO.

Mi Columna

Son Dolor de Cabeza

 Por Carlos Robles Nava

En anteriores semanas, en la pequeña cárcel, ergástula y dizque Centro de Reclusión Social de Sabinas, Coahuila, salió a la luz pública la podredumbre y cloaca existente en ese dizque CERESO.

Los celadores o custodios que no son ninguna otra cosa que los guardianes de los reos de Sabinas, cobraban por todo y eso de decir todo, hay que incluir hasta las visitas conyugales, como si la relación la fueran a tener con los custodios.

Quienes se resistían a pagar las cuotas “previamente establecidas”, eran castigados llevándolos a una área llamada la “tapadera” que no es ninguna otra cosa que un simple y llano cuarto o pocilga oscura y sin baño donde al “castigado” se le dejaba uno o dos días, teniendo éste que llevar más de una bolsa de plástico para “vaciar” ahí sus necesidades fisiológicas.

Los familiares de los reclusos no podían introducir cigarros, refrescos, fruta, café y ningún otro tipo de alimento, pues para eso está la “tiendita” del interior en donde se les vendía todo, pero a un precio mayor dos o tres veces más que en el mercado normal, siendo este un negocio de pocos y en el que las utilidades se compartían con los guardias o celadores, siguiendo la costumbre.

Lo aflorado en el CERESO de Sabinas, es un reflejo y similitud de cómo funcionan el resto de las ergástulas de Coahuila, así como de otras muchas Entidades de México, siendo este un problema que se arrastra desde hace decenas de años y las cosas no cambian por más que las autoridades respectivas hablen de mejoras y rehabilitaciones.

No hay en Coahuila, un Centro de Rehabilitación Social donde las y los reclusos no sean el principal “cliente” de custodios y celadores quienes no trabajan solos, sino todo es compartido con el jefe inmediato o superior, confirmándose la tradición que en nuestro país todo negocio negro funciona con el consentimiento de los mandos medios o altos, porque de lo contrario no operaría “adecuadamente”.

Esto es una tradición, pero es innegable que lo mismo sucede en otros muchos círculos gubernamentales, porque si el subordinado pide, es que compartirá las ganancias de las corruptelas, pues de otra manera no se arriesgaría a perder el trabajo o bien a ser sancionado.

Respecto a los mencionados CERESOS, éstos no están libres de esas corruptelas, por eso más que ser una novedad el que se haya destapado la podredumbre como funciona la cárcel de Sabinas, se reafirma el esquema que existe en cada uno de los penales.

Hace tiempo, en el gobierno estatal de Enrique Martínez y Martínez, al mes de que tomó posesión se dio fuerte golpe al llamado autogobierno del Penal de Torreón.

Fue una noticia nacional, sobretodo, la limpieza como se realizó y momentáneamente se quito el yugo que asfixiaba a los reclusos a quienes hasta por hablar se les cobraba.

¿Qué es el auto gobierno?. Nada menos que ejercer el mando y la superioridad en el interior de los penales, un grupo “selecto” por su alta criminalidad de reos que al “administrar” los servicios del interior de una ergástula, convidan de las utilidades o ganancias al director de la propia cárcel.

No pasaron más de seis meses y regresó el mando interior del penal de Torreón, a cargo de reclusos, lo que todavía se mantiene y sigue en cada una de las cárceles coahuilenses, por más que pretendan ocultarlo las autoridades y responsables de la dizque “rehabilitación social de los presos”.

Es un problema difícil de resolver. Hay quienes lo atribuyen al bajo salario que perciben los custodios, cuyo salario mensual anda alrededor de ocho y diez mil pesos, dependiendo el nivel o categorización, pero a eso hay que descontar prestaciones sociales y otras cuotas que llegan alcanzar entre mil doscientos y mil quinientos pesos con cargo a lo que reciben cada mes, lo que viene a adelgazar lo que requieren para sostener a sus familias.

A lo anterior hay que agregar compromisos que se van haciendo entre los guardias y reclusos, debido a su diario contacto y no faltan los superiores corruptos, entre éstos los directores de los penales.

La podredumbre que existe en el interior de los penales, es una vieja canción y constante cantaleta en cuya situación no hay Entidad en México que haya logrado erradicar y sanear, por lo que el caso de Sabinas, Coahuila, es simplemente un ejemplo de cómo funciona el resto de las cárceles coahuilenses y del resto de México.(www.intersip.org)