OPINIÓN
Por Guillermo Robles Ramírez
Leyenda urbana: antialcoholes
Los operativos antialcoholes implementados en cada cabecera municipal de las diferentes entidades federativa siempre han sido muy cuestionadas en todos los sectores de la comunidad.
El principal objetivo de estos procedimientos es el detectar aquellos conductores que han tenido alguna ingesta de alcohol para poder prevenir accidentes resguardando así no solo la integridad del automovilista que ha bebido alguna copita embriagante, sus integrantes así mismo como aquellos posibles terceros en riesgos.
En definitiva, la temporada navideña es una de las más esperadas por todos, es decir, tanto para los niños y los adultos también. El de los chiquitines por obvias razones lo es ya que están en espera de la llegada de Santa Claus, y los regalitos.
En el caso de los adultos, también es de las más esperadas ya que es cuando hay más fiestas durante el mes de diciembre con motivo de las posadas, y es aquí cuando van acompañadas del alcohol.
Durante las fiestas decembrinas no existe alguna fecha en específico sino todas están son establecidas por días de conveniencia para quienes lo organizan, tanto en lo particulares, así como aquellas organizadas por los negocios y empresas para sus trabajadores.
Es por eso que en esta temporada del año es cuando normalmente se incrementa este tipo de operativos en diferentes puntos de cada municipio del país, en la que buscan puntos estratégicos o de mayor afluencia vehicular para evitar accidentes.
Hay en otros casos en las que estos procedimientos de antialcoholes duran no solo en fiestas decembrinas sino durante todo el año, y en fines de semanas iniciando en ocasiones los jueves, viernes y sábados para los fiesteros.
En su esencia los operativos antialcoholes son bien intencionados, sin embargo, a la hora de la practica sus objetivos van siendo menos claros y llenos de vicios en donde se convierten en herramientas recaudatorias, chantaje y oportunismo para que los mismos elementos policiacos se “arreglen”, con los conductores ebrios o que tengan un mínimo nivel de alcohol.
Cada ciudad tiene su propia logística, y equipamiento para llevar a cabo los operativos antialcohol. Tan solo mencionar el caso de la cabecera municipal de Saltillo, Coahuila; sus procedimientos en sus fines de semana tienen dos caras.
Por un lado, si se cumple uno de los objetivos que es bajar el índice de accidentes automovilistas por conductores que han tenido algún tipo de ingesta de bebidas embriagantes. Ese tema no será cuestionado por logró su objetivo.
Sin embargo, sus criterios para implementar las ubicaciones de los operativos antialcoholes, y llevar acabo los mismos no son muy bien visto por muchos ciudadanos y comerciantes.
De manera no oficial, y ni tampoco de afirmar la situación, pero sí por algunos elementos de seguridad honestos que molestos ante tal criterio y prefiriendo el anonimato, cada vez incrementan a más personas sus comentarios ante la impotencia de no poder denunciar los hechos por las represalias que podrían tener afirman que la mayoría de los puntos en donde se ponen los operativos antialcoholes frente a la puerta de salida de los antros, así como de restaurantes bar es porque son negocios que no han pagado una “cuota”, para que no se implementen frente a sus negocios y así ser sujeto a revisión inmediata todos aquellos clientes que salen de ese lugar.
El objetivo de este procedimiento es precisamente una medida de presión para el comercio de pagar una “cuota”, y que los clientes de dicho lugar no sean espantados por la presencia de los elementos de seguridad municipal, evitando así la visita del consumidor por el temor de ser detenido. Es más que obvio que el 90 por ciento de los clientes que asiste a este tipo de negocios consumen bebidas alcohólicas.
Además los aparatos conocidos como alcoholímetros utilizados en esta cabecera municipal de Coahuila, tienen un pequeño defecto que tampoco está reconocido de manera oficial, pero sí entre sus elementos de seguridad pública que llevan a cabo los operativos antialcohol es que sin ninguna explicación técnica sus aparatos son sensibles al aliento de menta, registrando así indicadores de ingesta de alcohol, aunque el automovilista no haya ingerido ninguna bebida alguna, siendo este un motivo para chantajear al conductor.
Es muy difícil poder comprobar lo anterior, aunque muchos saltillenses ya lo empiezan a generalizar pasando a ser una leyenda urbana, en donde la gente le empieza a dar más credibilidad desmeritando el objetivo de salvaguardar la integridad de la ciudadanía. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org