Los negros rezagos que dejó la administración municipal pasada de Torreón, Coahuila, en la que estuvo al frente, Eduardo Olmos Castro, siguen haciendo mella al ayuntamiento en turno de Miguel Ángel Riquelme Solís, como tal es el caso de la enredosa y dudosa compra-venta del terreno en donde fue por decenas de años la “Clínica Torreón”, en la avenida Ocampo entre las Calles Once y Doce.
Mi Columna
Son lodos del pasado
Por Carlos Robles Nava
Los negros rezagos que dejó la administración municipal pasada de Torreón, Coahuila, en la que estuvo al frente, Eduardo Olmos Castro, siguen haciendo mella al ayuntamiento en turno de Miguel Ángel Riquelme Solís, como tal es el caso de la enredosa y dudosa compra-venta del terreno en donde fue por decenas de años la “Clínica Torreón”, en la avenida Ocampo entre las Calles Once y Doce.
Por un monto de 48 millones de pesos, el gobierno local de Olmos Castro, en el 2010 a escasos meses de iniciar su funesto y gris gobierno, negoció la operación de compra venta de las ruinas de lo que fue la Clínica Torreón y el terreno que ocupaba, para construirse posteriormente lo que es hoy el Hospital Municipal.
La operación la hizo con Luis Alberto Ríos, a través de una supuesta empresa de su propiedad denominada “Proyectos Laguneros, S.A., pagando poco más del 50 por ciento del valor pactado y quedando a deber 21 millones de pesos.
Los 48 millones de pesos en que se pactó la compra-venta de la vieja construcción de lo que fue La Clínica Torreón, fue muy cuestionada, ya que la finca era tan antigua que el valor sería solo en terreno y no como finca, precio por el que supuestamente se pagó, estuvo demasiado alto.
Tras esta sospechosa y aún cuestionada compra por parte del Ayuntamiento que presidió Lalo Olmos, surgió un segundo propietario del famoso terreno y en pelea de los 21 millones restantes tratándose de “Plaza Administradora Bríos”, de la ciudad de México y que compró antes del 2010 la hipoteca de lo que fue la Clínica Torreón, misma que aparecía en los “paquetes” de deudas en que se integró el famoso FOBAPROA, que no fue más que otra de las raterías cometidos por un gobierno federal del pasado al pagar cuentas de particulares que no le correspondían.
El despacho “Plaza Administradora Bríos”, tan pronto tuvo conocimiento de la venta de la Clínica Torreón, inmediatamente se apersonó ante el alcalde en ese entonces, Eduardo Olmos Castro, que canalizó el candente y corrupto negocio al Tesorero Municipal, Pablo Chávez Rosique y al entonces Contralor Municipal, Lauro Villarreal, que entre ambos y ahora ex funcionarios trajeron solo con mentiras y de un lado y otro al representante de “Bríos”, despacho que reclama ser los dueños actuales de los terrenos y finca en litigio, desde el punto de vista de que compró los derechos de cobro, lo que le da toda legalidad para convertirse en propietario del terreno y finca y exigir el pago de la venta como un acto legal conforme a nuestras leyes.
En aquel entonces, al menos el decir de los negociadores por parte de “Bríos”, se dijo que gente de la administración de Olmos, había pedido una cantidad importante por “arreglar” el caso o sea para convencer a Lalo Olmos, que era conveniente pagar a “Brios”, en vez de a Luis Alberto Ríos, a quien se señala cometió un procedimiento indebido y corrupto al haber vendido una propiedad de él estando hipotecada dentro de las negociaciones del FOBAPROA.
En este sonado caso, Luis Alberto Ríos, se ha señalado que erróneamente o bien, como se dice, con todas las ventajas de un sucio negocio, hizo la propuesta de venderle indebidamente a Eduardo Olmos Castro, la finca y terreno en disputa que por cierto fue echada abajo y construido ahí el Hospital Municipal de Torreón.
Lalo Olmos, aceptó y pagó poco más del 50 por ciento de la operación y dejó de herencia el resto de los 21 millones de pesos que ahora le son cobrados a la administración actual que encabeza, Miguel Ángel Riquelme Solís, quien ha dicho que eso de la compra-venta de la Clínica Torreón, es un conflicto que atañe a particulares.
La realidad y lamentable de todo esto, son los lodos que dejó Lalo Olmos a la administración que lo sucedió y que le siguen haciendo ruido a Torreón.(www.intersip.org)


