Noticias Coahuila, Lideres de Opinión, Reportaje SIP

Carlos Robles

Los viejos y nuevos tiempos

Sobramos mexicanos que empecinados estamos a no reconocer cambios en la vida de nuestro país y cerramos los ojos a la realidad del presente para invocar y anhelar el regreso de los viejos tiempos.

Mi Columna

Los viejos y nuevos tiempos

Por Carlos Robles Nava

Sobramos mexicanos que empecinados estamos a no reconocer cambios en la vida de nuestro país y cerramos los ojos a la realidad del presente para invocar y anhelar el regreso de los viejos tiempos.

Si bien es cierto que en los años del pasado hubo muchas cosas bonitas y agradables como la paz y tranquilidad vivida en lo que antes de surgir la palabra colonia, nos identificamos vivir en tal o cual barrio y es razonable esa vida placentera y llevadera, pues las poblaciones eran más pequeñas, de hecho todos los vecinos se conocían a la redonda y lógico, había menos rateros, especie que históricamente siempre ha existido, al menos es lo que aseguran los historiadores.

Otra de las cosas que recordamos con mucho agrado personas que rondamos de edad los 60 años para arriba, es la diversión de esos años que consistía en juegos sanos y fuera de malicia, pero sobretodo, predominando la interactuación de los niños y chavos del barrio de ese entonces.

También se recuerda el respeto hacia los padres que en que los años de ayer la mamá o papá jamás se convertía en “protectores o pasalones” en las malas conductas de la hija e hijo mal portado y no eran común las bebidas etílicas en jóvenes menores de 17 años y menos de 10 o 12 años como ocurre en esta época de la modernidad.

Hay mucho que recordar del pasado, como igual hay bastantes cosas buenas en el presente, como son los avances tecnológicos; en mi tiempo se contaban con los dedos de una mano los vecinos que tuvieran teléfono o televisión en su casa, eso solo los “riquillos” del barrio; la presencia en esta época contemporánea de los celulares son entre otros muchos de los beneficios y maravillas de las generaciones actuales.

De la era moderna, al menos en lo personal soy un compulsivo crítico de aquellas mamás y papás que salen en defensa de sus hijas e hijos cuando su comportamiento no va de acuerdo con las reglas de buen vivir o bien en infinidad de casos en que los padres dañan más que ayudar en la formación de sus polluelos y más cuando los defienden de situaciones innegables desde cualquier punto de vista que se vea, motivando y alentando un mayor poder a la hija o hijo malcriado o que comete un ilícito donde obliga severa extrañeza en vez de salir a la palestra en su defensa y exhibirse de una influencia que no tienen y que, por fortuna se ha ido erradicando en nuestra vida cotidiana.

Aquella acción “asusta tarugos” de “soy influyente”, de “no sabes con quién te estas poniendo”, “no vas a durar mucho en el trabajo porque yo me voy a encargar de que te corran” y otras muchas más, no solo han pasado a la historia, sino son amenazas que por fortuna, los servidores públicos y particularmente los policías, ya solo las escuchan y juzgan, sin que los amedrenten y menos los asuste para dejar de actuar conforme a la ley, lo que es correcto y qué bueno.

Hace tres o cuatro semanas pasadas viví dos casos de lo que ya no debe hacerse, uno de ellos sucedió cuando un chavo de escasos 17 años de edad, en estado etílico chocó contra otro vehículo conducido por una mujer embarazada que resultó lesionada y en vez de ser auxiliada por el joven ebrio y al rechazar el cohecho ofrecido por el menor para dejar las cosas “en paz”, éste comenzó a insultarla siendo tal que no faltó quien pidiera el auxilio de la policía la que al llegar y tratar de detenerlo, llegó al lugar su madre tratando evitar que su “inocente chavito” fuera a la cárcel porque era menor de edad y además porque ellos eran “muy influyentes”.

Otro suceso fue el atropello de una conductora de nombre Mayra Guadalupe Álvarez Gallegos, al motociclista Edgar Alejandro del Bosque Pecina, percance provocado por Mayra al no respetar el alto en las calles donde sucedió y cuando llegaron los elementos de Tránsito, los amenazó con ser muy influyente y no podían llevarla a las oficinas de vialidad.

¿Será que ahora los hijos tienen más poder o porque las mamás y papás somos más “protectores” o pasalones?. (www.intersip.org)