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Guillermo Robles

¿Mejor con receta médica o sin ella?

OPINIÓN

Por Guillermo Robles Ramírez

¿Mejor con receta médica o sin ella?

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Todavía es frecuente encontrar en las farmacias gente que sin traer alguna receta médica le preguntan a la persona que trabaja en el mostrador de medicamentos sobre qué o cuál medicina es mejor para algún padecimiento.

También es común escuchar lo mismo por parte de los trabajadores de las farmacias decir, que no tienen conocimiento alguno.

Habrá sido una buena solución, la decisión de cuando la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarias, tomó la decisión de sancionar aquellos establecimientos que fueran sorprendidos vendiendo antibióticos sin receta médica.

Una decisión que pudo haber sido con las mejores intenciones para la población, pero a su vez generó un nuevo negocio para algunos y para uno en especial solamente se incrementó más lo que se ha venido haciendo durante décadas en el Seguro Social, es decir, la venta clandestina de medicamento.

            En un principio cuando ésta nueva normativa se aplicó, todas las boticas se vieron afectadas y también los fármacos tuvieron una baja venta muy considerable en lo que respecta a los antibióticos y evidentemente a toda su cadena de proceso desde los insumos hasta la distribución para hacerla llegar al consumidor.

            También recuerdo que quienes empezaron hacer su agosto fueron los médicos que ante la ley de la oferta y la demanda incrementaron de manera agresiva sus consultas para poder emitir una receta con los datos y características de seguridad solicitadas para la emisión de estas mismas en donde en la actualidad algunos más no todos están haciendo sus recetas con hojas de seguridad y su cédula profesional.

            Durante ese tiempo que fue en el 2010 el sector más golpeado en su economía fue la más vulnerable de todos, es decir, la gente de escasos recursos, desempleados y aquellos de trabajos independientes prestadores de servicios como un plomero, carpintero, etc., que ante la imposibilidad de poder pagar los honorarios de un médico particular y la carencia de tener prestaciones de salud por no ser derecho habientes del Seguro Social se vieron obligados a las recetas caseras en el mejor de los casos pero en los peores de estos recurrieron a los embusteros de las medicinas alternativas o milagrosas que de manera clandestina tocaron de puerta en puerta y su mejor publicidad fue la del recomendado.

            Aunque para las pérdidas que muchos fármacos y farmacias empezaron a tener, entre el ingenio mexicano también surgió, por parte de ellos, en donde empezaron montar consultorios anexos a las farmacias siendo éstas en su mayoría de una extensión de tabla roca de un metro y medio de ancho para la sala de espera y para el consultorio de seis metros cuadrados.

            Una nueva oportunidad para aquellos médicos que por alguna razón no estaban trabajando en ningún hospital o consultorio médico tuvieron trabajo en donde su labor se limitaba solamente en atender las dolencias de los pacientes sin llevar un registro médico de cada paciente como lo exige la Secretaría de Salud y que en ocasiones su cobro era algo simbólico como diez o cincuenta pesos dependiendo de la farmacia a la que estaba anexado y en muchas de las ocasiones ni siquiera cobraban, pero si condicionaban a que compraran el medicamento en la farmacia en la que estaban consultando.

            Este tipo de servicio fue muy popular en su momento hasta en tiendas departamentales donde venden medicamento. Aunque por alguna razón en la actualidad en su mayoría los consultorios simplemente están cerrados, otros abandonados, como también la irregularidad en los horarios en que se podían encontrar al médico, teniendo el paciente que iniciar su viacrucis en la búsqueda de alguna farmacia que contara con un consultorio médico.

Si bien es cierto que las exageraciones son malas, también hay que reconocer que para el Instituto Mexicano del Seguro Social es insuficiente su capacidad tanto en doctores como en medicamento para dar cobertura amplia a toda la población.

Y me continúo cuestionando si realmente fue una buena medida tomada por parte de las autoridades, con respecto a exigir receta médica para la compra de medicamentos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org