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Guillermo Robles

Siguen cobrando miles de vidas 

            OPINIÓN

            Por Guillermo Robles Ramírez

       Siguen cobrando miles de vidas 

Desde la semana pasada, estuvieron anunciando en los diferentes noticieros de la radio, periódicos, medios electrónicos, así como en redes sociales el sector gubernamental oficial; sobre simulaciones de evacuación en ciertos edificios públicos y en algunas escuelas.

Y se intensificaron durante la semana pasada en la CDMX. Lo más probable es que la mayoría de la población, sobre todo acá quienes vivimos en el norte, no saben por qué o, al menos, no lo tienen tan presente el motivo de estos simulacros. El motivo es para conmemorar lo que se conoce en nuestro país como el terremoto de México de 1985, marcando la historia como el más trágico ocurrido hasta la fecha.

También es conocido como simplemente el terremoto de 1985 y en ese entonces estaba al mando de la República Mexicana, el expresidente Miguel de la Madrid, quien junto con el resto de los mexicanos le tocó vivir uno de los peores desastres ocurridos en toda América Latina, golpeando en toda la costa Oeste de la ciudad de México.

Y aunque no se sabe con precisión la cantidad exacta de víctimas fallidas por la misma censura o control que existía en aquellos años en los medios de comunicación, si no fue hasta años después que se logró sacar una estimación oficial de entre 6 y 7 mil personas, teniendo su variedad final hasta unas 10 mil personas, pero no fue hasta con la apertura de la información que se determinó arriba de los 40 mil muertos.

Aunque en un principio México no quiso recibir ninguna ayuda extranjera, fue el Ejército Mexicano y la Cruz Roja Mexicana, quienes se llevaron los principales créditos, así como algunos ciudadanos héroes que con el tiempo se convirtieron personajes para recordarse no solo en la historia, sino que también colaboraron en otros desastres similares al ocurrido en 1985.

Precisamente en ese año fue cuando debutó la Cruz Roja Mexicana en ese tipo de desastres naturales, siendo la prueba más dura que había enfrentado por la magnitud del siniestro, con tal efecto que a simple vista el desbastador temblor dejó a su paso edificios caídos, gente clamando ayuda, desaparecidos ante lo que había pasado sin poder creer lo que observaban.

De inmediato, la Benemérita Institución se coordinó para trabajar en labores de rescate, a pico y pala, ya que en ese entonces el equipamiento era nulo; sin embargo, pese a las dificultades, se logró apoyar y ayudar por días, sacando gente que yacía entre los escombros.

Muchas anécdotas fueron las pláticas después de ocurrido el temblor, siendo siempre esas conversaciones llenas de sentimientos encontrados. Aquellos que sobrevivieron lo relataban con lágrimas de alegría, así como con lágrimas de tristeza por quienes no solo perdieron a familiares o seres queridos, sino también las hay amargas para los que perdieron todo, incluyendo su patrimonio.

A treinta y nueve años de la conmemoración del terremoto de 1985 son muy pocas cuartillas, palabras y letras para poder describir lo que sucedió en nuestro país en este espacio editorial, pero al igual que corto que mi columna editorial de opinión; también así se encuentran nuestras autoridades federales, y estatales; que muy a pesar del siniestro ha sido muy a cuenta gotas las prevenciones tomadas posterior al terremoto o casi nulas. Y para ser sinceros ha sido la Iniciativa Privada  quienes han tomado providencia en las nuevas construcciones posteriores a la tragedia, en donde gran parte de las edificaciones cuentan con amortiguadores para terremotos.

Más allá de ello, el nulo proceder de cada uno de los diferentes departamentos, instituciones como el de Protección Civil o simplemente autoridades de otros niveles tanto municipales, estatales y federales en hacer una cultura de ello ante desastres naturales. Se piensa equivocadamente que con un solo día en donde participan funcionarios públicos con simulacros de evacuación para no dejar en el olvido lo sucedido en 1985, es suficiente. Pero tristemente no es así, sino que sucede lo contrario, en cada Administración federal, estatal, o local, y aún más en donde fue el epicentro del terremoto, en donde hubo más pérdidas humanas; sigue la apatía, miopía e irresponsabilidad de las autoridades de todos o cualquier nivel, así como falto de respeto para conmemorar ese día en particular, sin hacer nada para prevenir futuras pérdidas humanas, y reitero que solamente le han endosado esa responsabilidad a los constructores particulares que incluyan sistemas sismorresistentes. Aunque lo anterior solo es posible en la edificación de nuevos edificios.

Estamos casi a dos años para que se cumplan cuatro décadas  y México sigue en pañales con cero culturas de prevención de seguridad ante desastres naturales; si nada más por mencionar un ejemplo de ello, puesto que siendo realistas, no toda la extensión territorial del país es considerada como zona sísmica, empero; para los accidentes y tragedias, ya que estos no se anuncian porque por eso se definen por sus propias palabras, es decir, desastres naturales, que no se pueden predecir y que no respeta edad, sexo y ni estado civil.

Para lamentarse de los accidentes o tragedias naturales, simplemente están a la orden del día los huracanes: “Liza” en 1976, afectando Cabo San Lucas y San José del Cabo, “Gilberto”, en 1988, tocando tierra en la península de Yucatán;  “Paulina” en el año 1997, dejó a más de 300 mil damnificados; “Wilma” 2005, ciudad de Cozumel; “Ingrid y Manuel”, septiembre 2013; afectando Manzanillo, Colina y Tamaulipas;  “Odile” en septiembre 2014 pérdidas en Cabo San Lucas, Baja California Sur;  “Patricia” en octubre de 2015 afectando a Puerto Vallarta, y la lista continua, aunque el más reciente con el “Otis”, que tocó tierra en Acapulco con categoría 5, dejó cuantiosas pérdidas en Jalisco, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa y Guerrero. Lo mismo sucede con los terremotos en otras zonas del país.

Es aquí en donde me cuestiono: ¿cuántas escuelas de educación básica y media básica practican simulacros de evacuación?, ¿existe un programa para ello de manera permanente?, ¿conocen cuáles son los puntos de reunión y, una vez ahí, saben qué hacer? Lo mismo sucede en bachillerato, que a nivel universitario, y esto es simplemente entre instituciones educativas, tanto de públicas como privadas.

El día que llegue a pasar un desastre, provocado por la Madre Naturaleza o por culpa del mismo hombre; lo único que se va a observar son las caras de pánico y estampidas humanas. Estamos por cumplir 40 décadas y seguimos sin aprender, sin cultura y cero en prevención. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org