Mi Columna
Somos una vergüenza
Por Carlos Robles Nava
No queda duda alguna de que en México sigue el tabaquismo siendo problema de salud pública y que nuestra población por años ha hecho oídos de sordo de las constantes recomendaciones hechas para dejar este vicio.
Tras una evaluación hecha por la Organización Mundial de la Salud a países de América Latina y el Caribe, nuestra nación fue calificada con un 5.5 en tabaquismo.
El estudio original fue hecho por seis organizaciones de la sociedad civil y la reprobación a México fue en materia de protección a la población del humo de tabaco, al no cumplir con las prohibiciones en la publicidad, promoción y patrocinio en cigarrillos, todo ello pese a que el gobierno federal o central aumento los impuestos al tabaco, suponiéndose que parte de esos ingresos extras seria para incrementar la publicidad en el combate a esta lacra.
De las 14 economías más importante del Continente Latino y el Caribe, entre los años del 2005 al 2015, México tuvo el peor desempeño en el abatimiento en la tasa anual de fumadores diarios que en vez de bajar aumento un 0.3 de manera en especial entre el sector femenino.
De continuar en esa tendencia, nuestro país se colocará en segundo lugar con el peor desempeño dentro de las 14 naciones económicamente más importantes de la región Latinoamericana.
Además de su reprobación, se califica y señala a nuestro país como una vergüenza inmerecida para una población que no debiera tener esa calificación tan baja en desprotección del derecho a la salud.
El pretexto, inválido por cierto, de que México siga manteniéndose en ese deshonroso lugar en materia de tabaquismo, al menos para Juan Zinse, Presidente del Consejo Mexicano contra el Tabaquismo, es que el país se ha estancado en el combate del tabaquismo, debido a las presiones que ejercen las industrias tabacaleras que a través de una serie de artimañas e influencias, ha frenado muchos proyectos tendientes a reducir el tabaquismo.
La revelación de Juan Zinse, debe ser de mayor vergüenza para las autoridades federales y estatales que conforme a decreto promulgado por el Congreso de la Unión, son las entes responsables de hacer cumplir las disposiciones en el combate del tabaquismo, pues está más que demostrado que puede más “don dinero” que la fuerza y autoridad que deben ejercer nuestros gobiernos.
Tras bambalinas es un secreto a voces que líderes de las diferentes fracciones parlamentarias que integran las Cámaras de Diputados Federales y la de Senadores, reciben canonjías de distinta forma por parte de las poderosas fábricas de cigarrillos para que se conviertan en ciegos y sordos en las disposiciones legales giradas para librar a nuestro México de este “veneno” tan mortal como el cáncer.
Esta irregular situación no es exclusiva de los legisladores mexicanos, cosa similar ocurre en el seno de los Congresos de los Estados Unidos, en donde se ha demostrado que hay fabricantes de cigarrillos que cubren las campañas de demócratas y republicanos manteniéndose esa canonjías aun llegando al poder el político que recibe sus “atenciones”. (www.intersip.org)